CAPITULO I: El Nacimiento y sus primeros pasos.
Un anochecer brumoso del mes de Octubre, exactamente del día 29 de 1908. Caía una lluvia ligera, el cielo estaba encapotado, y oculto en el vientre de una mujer mexicana, haciendo de éste su apretado cubil, un pequeño ser en profunda paz dormía. La mujer era joven, de unos veintisiete años, muy bonita y que todavía conservaba ese rubor especial que solo se tiene en la juventud, el cual se incrementaba con el calor del fuego que una pequeña fogata proveía. La lejanía del alba anunciaba esa vida que estaba por iluminar espacios infinitos de esperanza.
Repentinamente una pequeña cantidad de flujo sanguinolento trajo consigo la aproximación de lo inevitable, estaba a punto de dar a luz. Fuego interior, el Verbo de la Vida que ebulle.
-¡Despierta! – dijo el calor…
-¡Despierta! – dijo la lluvia fría…
-¡Despierta! – dijo el fuego…
-¡Despierta! – dijo el viento…
-¡Despierta! – dijo la Luna, la Vida tiene contigo algo que hacer.
- Limpiar de abrojos la senda preparada al ser que nace, al bien y a la virtud, abrir sus ojos y desviar el peligro que le amenace.
En aquel mismo instante se rasgaron las nubes con un grito desmesurado que dio paso a una lluvia torrencial y a una repentina ventisca que apagó las llamas; un ingente resplandor cruzó el firmamento, y ante los ojos de aquella madre adolorida apareció el rostro de una hermosa criatura.
Y así, como entre flores, ajeno a la maldad, al vicio, parió a su hijo primogénito entre gritos y la algazara de las estrellas; un niño muy peculiar que sin dejar escapar llanto alguno de su boca abrió los ojos y miro directamente a su madre, poseía rasgos perfectos, como si hubieran obedecido a un invisible escultor que moldeo su cuerpo y espíritu.¡Oh, cómo se estremeció engrandecida la existencia ufana pensando de esa aurora que amanece vivir reproducida en el mañana! De aquel día más, un sueño solo, una sola ambición, de su alma serviría de polo, del tiempo al avanzar en el camino.
Desperté en la ciudad de las maravillas, el cuerpo de mi madre, con los labios llenos de sangre y los oídos mancillados de pecados; con las manos frágiles y las piernas adoloridas.
Viví entre líquidos, gritos desgarradores y palpitaciones lentas.
¿Quién ha osado perturbar mi sueño?
Un sentimiento extraño me atraía, abrí los ojos y conserve el recuerdo.
Arribé mientras los ángeles caían.
Provenía de un majestuoso cuerpo desnudo, la sangre le nacía del vientre... y yo vivía en ella envenenado.
Mis ojos abiertos sin devoción ni sentimiento descubrieron mi cuerpo desnudo y sangrado.
¿Qué mal había yo hecho que debía pagarlo con un cuerpo desnudo?
Cerré mis ojos cansados y aprendí a disfrutar el nuevo aire.
Esta es mi historia:Mi primera expresión inteligente fue maravillarme; ésta rápidamente se desarrolló con mi curiosidad por el mundo que me rodeaba, hasta que la vida se convirtió en un viaje de descubrimiento sin respiración. Si de niño hubiera querido volar lo hubiera hecho. Pero me gustaba tanto echar mi cabeza en el pecho de mi madre y mirarla y mirarla sin descanso que jamás pude emprender vuelo alguno. Sabía infinidad de palabras maravillosas, que nadie entendía, pero callé. Lo único que quería era aprender las palabras de mi madre. Es así que fui aprendiendo el lenguaje de los hombres, lo desarrolle a la perfección, fui capaz de comunicarme con los demás en muy corto tiempo.
Hasta que las personas me aburrieron, sentía su lenguaje y su sucia rutina agobiante para mi imaginación.
Para mis padres ya no era esa criatura indefensa a la cual tenían que cuidar. Mi talento en todos los ámbitos les había quitado responsabilidades.
- ¡Va, como si necesitara de ellos!
El problema era que apenas tenía 5 años y por desgracia aun necesitaba de ellos.
En ese momento el televisor fue mi mejor aliado. Quería ocupar el lugar de aquel artefacto, para poder vivir lo que este vivía: tener un cuarto especial para mí, congregar a todos los miembros de mi familia a mí alrededor. Ser el centro de atención, al que todos quieren escuchar, sin ser interrumpido ni cuestionado. Vivir la sensación de que lo dejen todo, por pasar unos momentos a mi lado.
-En este momento doy gracias que esto nunca ocurrió.
Empecé a sentir un especial afecto por esos viejos filmes policíacos, en donde los malvados gangsters extorsionaban a sus víctimas amenazándolas con la muerte, la suya, o la de sus familiares. Esas emocionantes intrigas, en las que un duro detective privado con sombrero y gabardina trataba de resolver un extravagante caso.
Debo reconocer que mis métodos artísticos están plenamente influenciados por este tipo de cine negro, un cine que trajo a mi la inspiración, y es por él que: hago lo que hago y soy lo que soy: “Un genio de mi profesión”, el mejor que yo sepa.
Todo comenzó cuando al ver una de esas películas de gangsters, algo me llamó la atención y que aparecía en todas ellas: las siluetas. Si, los contornos blancos que rodean a las víctimas cuando yacen tendidas en el suelo. Los níveos trazos que señalan, donde y como estaba el malogrado cadáver. Esas mágicas líneas que significan mucho más que un dato para fotografiar, esas líneas que representan la fuerza interior del fallecido, el aura que rodea al cuerpo una vez inerte y que solo un genio cargado de una sensibilidad especial es capaz de plasmar sobre el suelo. Un contraste blanco en el suelo que se borra con el tiempo, una línea de tiza que se lleva el viento al igual que se llevará las cenizas del recién asesinado; esas líneas significaban mucho mas de lo que se mostraba de ellas en las películas, era la esencia del arte, y nadie, nunca, había puesto atención en ello. ¡Yo, se lo iba a mostrar al mundo!
Poco a poco, el mundo de la tiza me iba obsesionando, dibujaba siluetas por todos los sitios: siluetas de mi mano, mis pies, contornos imaginarios de gente imaginaria y un sin fin de trazos que llenaban las paredes de mi habitación. Mi padre me pegaba por ello, vaya que si lo hacía, me frotaba las manos con estropajo hasta hacerme sangrar y decía, que era para ver si se me quitaban las ganas de coger otra vez una puta tiza. El, no comprendía que poco a poco, me estaba convirtiendo en un fénix, un genio del arte. Si; Me puedo comparar con Bécquer, porque yo también soy un romántico; porque mis obras llevan plasmados los sufrimientos de una víctima y a la vez están cargadas de amor, amor por mi ciencia. Me puedo comparar con Mozart, Bizet, Chopin a todos ellos y a muchos mas, por que yo también fui precoz en mi arte, soy como cualquiera de elloso mucho mejor.
Un día en el colegio, la señorita Adriana, una mujer gorda y cariñosa nos mandó hacer un ejercicio que yo dominaba plenamente; un ejercicio sencillo para comprobar nuestra destreza, plasmar en papel la forma de nuestra mano. Mi dibujo, fue sin duda el mejor de la clase, un diez y un reconocimiento especial, lo colgó en el corcho de atrás, un lugar dedicado a los privilegiados, a los genios como yo, a las personas que casi ni siquiera son humanos sino seres superiores. Fue entonces cuando me di cuenta de mi potencial y me decidí a emprender una obra mayor, una obra que me inmortalizara.
Llegué a casa, no había nadie, nunca había nadie, excepto mi hermanito Javier, fui a la habitación de mis padres y me asomé a la cuna, un olor nauseabundo a excremento subía hasta mi nariz.
- ¡Hola Javier! ¡Estas de suerte, hoy te vas a convertir en la estrella de mi opera prima! ¡No sabes como te envidio, vas a ser el primer modelo de un genio!
Saqué a mi hermano que no paraba de llorar.
- ¡calla tonto, que cuando venga mi mamá va a estar orgullosa de ti!
Le quité el pañal y se lo até con fuerza a la cara, sus propias heces se le salían por los costados manchándole las orejas, comenzó a toser y a berrear con fuerza mientras yo le apretaba la cabeza contra el suelo.
-¡estate quieto que si no, vas a salir mal!
Dejó de moverse al cabo de cinco minutos, debía aprovechar ahora que aún estaba caliente para dibujar su aura, tracé su silueta con sumo cuidado de manera que plasmé por primera vez lo que llevaba dentro, en un suelo frío. Cuando volvió mi madre corrí a enseñarle mi trabajo, se volvió loca de alegría. Comenzó a gritar de histeria, supongo que fue porque captó todo lo que yo quería plasmar; ¡gracias Javier! por ser tan buen modelo. Vino la policía, salí en la tele, en todos los periódicos. Por primera vez era famoso y aquella sensación me gustó. ..
Kramer.
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